sábado, 1 de julio de 2017

Madrid, una vida

Centro. Callao. Una mirada. Gran vía. Chueca. Una sonrisa. Malasaña. Una cerveza. Sol. Ciudad Universitaria. Una película. La Latina. Ir de la mano. Lavapiés. Un beso. Moncloa. Una tarde en el parque. Madrid. Quererse. Quererse en público, con orgullo y sin vergüenza. Quererse sin pronombres, sin colores, sin distinciones. Quererse a uno mismo y querer a otros. Disfrutar. Visibilizar. Actuar. Luchar.
Vivir.

martes, 21 de junio de 2016

Me da miedo preguntar si quiera
Y no me tomes a mal, nunca he sido una cobarde
O quizás no me han explicado qué es exactamente ser valiente
Pero sí se que no temo a una verdad
Que podría verme de nuevo ante mi abismo
Y no sentir nada.

El miedo que tengo ahora es a la pregunta
No a la respuesta
No a la verdad
No a la mentira.
El miedo que tengo ahora es al tiempo
Al camino, al grito, a la indiferencia
El miedo que tengo es al mundo
Porque puedo enfrentar mi abismo
Pero no el vuestro. 

Y aún así voy a obligarme
No espero respuesta
Porque mi superación está en la pregunta
Porque ayer me pregunté a mí misma
Y el mero hecho de cuestionarme me aterrorizó
¿No sentís vosotros verguenza
De lo que le estamos haciendo al mundo?

domingo, 7 de febrero de 2016

No estás en todas, todas están en ti. Mi único "tú" con permanencia.

Hoy diría que he vuelto a verte en otros ojos. Marrones, como los tuyos. Revolucionarios, como los tuyos.
Me gustan los quizás, y las posibilidades. En el hipotético caso de que supieras tocar el banjo, sería tuyo ese que tenías (suponiendo que fueras tú) en la mano, "this machine kills fascists", decía.
Posiblemente me habrías sonreído al acabar, cuando me he acercado a pediros un disco. Quizás también me habrías dicho "no parece que te guste nuestra música", y en el hipotético caso de que te apeteciera hablar con una desconocida demasiado elegante, a mi respuesta ("si no puedo ir de camisa y tacones, no es mi revolución") habrías contestado con una sonrisa, un guiño y una invitación ("voy a por una cerveza, ¿vienes?")
Cuatro cervezas y unas bravas después ya se que te llamas Carmen y eres gallega. Que llevas 8 meses en Madrid. Que me sacas unos cuantos años de edad y otros tantos de ventaja en la vida. Que tocas el banjo (eso ya lo sabía) y que (dices) eres capaz de tocar de memoria Far Beyond the Sun, de Malmsteen. Eso último es tan hipotético que te diría que no me lo creo, que es mi reto musical, y que yo también toco la guitarra y cualquier cosa con cuerdas. Suponiendo que no supieras ya que yo no miento, que sólo hablo diferente cuando lo necesito, me dirías que no es posible. Y entonces yo sonreiría como siempre, y tu verías que sigo siendo yo. Que el maquillaje y los tacones y los abrigos largos no me ocultan del todo. Que para mí la libertad sigue existiendo a mi manera. Y yo vería que tus ojos no son exactamente marrones, y que da igual cuantos años tengas, para mí sigues siendo una niña. Y suponiendo que llegáramos a esa mirada de un segundo y te veo, y tu me ves, y nos reconociéramos, entonces, solo entonces, te diría:
Te he echado de menos, hasta que me he dado cuenta de que sigues conmigo en todo. En la música, en la gente de la calle, en la solidaridad, en las discusiones políticas, en el cariño, en los silencios, en las equivocaciones. En los ojos de la gente.
Sigues conmigo y ya no te echo de menos.
Ahora solo quiero matar los recuerdos.
O darles vida.
O pedir la quinta cerveza.
El country no está tan mal si me lo tocas en el rastro.

lunes, 4 de enero de 2016

Postmodernos.

Una mente abierta puede, e incluso debe venir acompañada de unas piernas abiertas. Porque la liberación sexual es una realidad casi alcanzable, y porque experimentar es la mejor forma de saber, y además de saber con muchos menos estigmas sociales de los que conlleva la experiencia de otros. Desestigmatizar, deconstruirse, descomponerse. O conocerse, lo mismo es. ¿Por qué llevo toda la vida acomplejada por mi físico? Porque mi físico está mal. ¿Por qué está mal? Porque lo que está bien es estar delgada, y ser guapa. Recordad: descomponerse, conocerse. Está mal ser gorda, está bien ser delgada. ¿Quién dice eso? Porque todo es aprendido, la única construcción social innata es la necesidad de sociedad, sea ésta la occidental o la tribu pigmea. Qué cuerpo está bien lo dice la sociedad. ¿Por qué lo dice? Porque es más bonito ver a una chica delgada que a una chica gorda. Y aquí saltan las alarmas. El sentido estético es subjetivo. Entonces... ¿Una construcción social tan problemática viene de un concepto abstracto y subjetivo como la apreciación de la belleza? Posiblemente. Porque yo no estoy delgada, ni soy guapa, pero mi cuerpo no está mal. Mi cuerpo es un cuerpo, y un templo. Puedo saltar, reír, llorar, disfrutar. Puedo correr, saltar, levantarme, acostarme (con quien quiera y como me apetezca). Puedo hacer lo mismo que cualquier mujer considerada correcta. ¿Qué está mal?
Pues bueno, esa es la triste pregunta. Lo que está mal somos nosotros. Somos quienes queremos creernos esos porque nuestras vidas vacías necesitan un objetivo, y ese objetivo es la perfección. En cualquier ámbito. Y al igual que nosotras estamos presionadas para ser fisicamente perfectas (En el concepto de perfección actual), ellos están presionados para ser competitivos, cachas y dominantes. Los roles de género que ningún lenguaje inclusivo va a destruir. Podéis seguir el pensamiento por este hilo, y atar cabos, y descubrir un patrón social real y tangible. Pero eso tenéis que hacerlo vosotros, el autodescubrimiento es sólo una etapa del largo proceso mental que supone tirar de la manta que nos cubre.
Leed, cread, dad un paso adelante. Que nadie os diga con quien acostaros. Disfrutad de vosotros mismos, y no os creáis ningún cuento. Vuestra libertad termina sólo y exclusivamente donde empieza la del otro. No molestéis a quienes tenéis al lado, sed la mosca cojonera del que os diga quienes sois. Molestadles, vuestras ideas ya de por sí les resultan insultantes.
La revolución no está solo en internet. Salid ahí fuera y sed vosotros mismos. La normalización de una situación se da en círculos pequeños, que se van expandiendo. Aprended. Y recordad que el día 4 de enero de 2016 David Bowie fue calificado en El Mundo como "postmoderno".

sábado, 27 de junio de 2015

Caída horizontal.

No me estoy hundiendo. No me ahogo dentro de mí misma.
El orgullo es difícil de perder pero ¿qué pasa cuando se recupera? Cuando el "te quiero" pasa a ser "me quiero...", y no va seguid de un " ...morir" también nos caemos un poquito. Pero un poquito a 423 kilómetros por hora, exactamente la misma velocidad que llevaba el tren que nos unía, pero esa es otra historia.
Me estoy cayendo, pero me caigo en horizontal porque no me hundo. No se si me caigo hacia mí, hacia ti o lejos, pero ya he tropezado. Y de aquí al final es todo
Caída

miércoles, 17 de junio de 2015

Destino

Las cartas han sido arrojadas sobre la mesa,
nos controlan crueles e indiferentes a nuestros anhelos.
Con sus hilos de incoherencia,
clavados en nuestros omóplatos.
Nuestras rodillas fallan cuando ellas lo deciden,
nuestro corazón bombea cuando ellas así lo quieren,
nuestros labios arden cuando ellas lo necesitan.
Nos hemos caído y ahogado en un río
cuya corriente, incesable e incansable,
no nos dejará tomar aire jamás.
Nuestros pulmones nunca más podrán respirar.
Y entonces estaremos sublevados.
Encerrados en una espiral de hechos
que acontecen sin cesar,

y que queramos o no estarán más relacionados
de lo que nunca seremos capaces de adivinar,
y de admitir.
La casualidad más caprichosa e irreverente
tal vez haya sido que estés a mi lado.
Porque sabemos con certeza,
que nos vamos a marchar,
a marchitar cuando lleguen los rayos,
a perder en la inmensa marea alta.

Y que no podremos evitar rompernos
para siempre,
cuando el destino sienta el capricho,
de separar nuestras espaldas,
nuestros labios,
nuestras manos,
nuestros huesos,
y nuestras almas.

miércoles, 10 de junio de 2015

La actitud desenfadada llama más la atención cuando estás rodeada de gente.

Me enamoré de ti en ese autobús, Marta (si te llamaras Marta, es lo que te diría). Pero igual podría haberme enamorado de ti en aquel bar donde (no) te vi tomándote una 1925 (si te gustara) y moviendo el pie al ritmo de una estúpida y triste canción de Soko (si esas canciones sonaran en los bares a los que no vas) que tuviera una estúpida y triste consonancia con el día de lluvia (si tal vez no hiciera sol). Si me conocieras, Marta (ya he decidido que no te llamas así, pero por si acaso), quizá apreciarías el sabor amargo de una 1925 y el amargor (aunque no lo saborees igual) de una canción triste sin nadie que la comparta contigo.
Pero se acerca tu parada (si es que fueras a una parada cercana). Tú no sabes nada, no sabes quién soy (supongo), ni mucho menos te acercas a ser lo quien yo creo que eres (si es que yo creyera en algo aún). Pero a tu modo, eres perfecta.