martes, 20 de enero de 2015

E pur si muove.

¿Qué hago aquí? Es una pregunta que se acerca bastante a lo que tengo en la cabeza ahora mismo. ¿Por qué estoy escribiendo otra vez? Y además ¿Qué se supone que estoy haciendo a esta hora metida en la cama escribiendo?
Son preguntas, todas ellas, que no me planteo responder. Y así es como puedo definir mi vida en los últimos tiempos. Preguntas que tienen una respuesta a la que no me quiero enfrentar o a la que no puedo llegar.
Doy gracias a que voy a clase todos los días y eso me mantiene una rutina provisional (como todo últimamente) que a duras penas consigue que no me caiga del todo en aturdimiento en el que estoy metida. De no ser por esa rutina no sabría qué día es hoy. Y no penséis que es algo anormal, cualquier científico lo entendería fácilmente, porque la razón de este estado entre el colapso nervioso y la narcolepsia viene tras un cambio en mi sistema de referencia. Lo que yo consideraba quieto, inamovible, eterno y real resultó estar volando a 200 por hora, y yo fui lo bastante tonta como para no cuestionarme hasta que mi mundo se acabó. Tan joven y he sobrevivido a dos bombas nucleares directas a mis sentimientos. Vaya, como para no estar dormida. Mucho más si contamos que yo estaba en el Pentágono firmando mi sentencia de muerte y destrucción.
No se a qué viene todo esto si no es para autoconvencerme de que tengo que seguir adelante como haría un buen científico, reaccionando con sorpresa y localizando nuevos puntos de referencia con los que elaborar un nuevo sistema. Pero yo soy de las que creen que en el amor (como siempre, mi tema estrella) no todo es una reacción química donde se segrega serotonina y no se qué más, que eso es para los demás pero para mí, como lo sufro, es un mundo dentro de otro. Es como las drogas alucinógenas, para todos es una pastilla o un cuadrado de papel duro menos para el que se las toma, que las ve como otro mundo.
No se nada, no soy científica, solo te echo de menos.
Por mucho que sepa que todo es un error mío, sigo intentando demostrar que 2+2 a veces no es 4. Que las cosas cambian. Que los sistemas de referencia antiguos se quedan acumulando polvo en un cajón.
Tal vez las cosas no puedan ir peor, o tal vez estoy vacía porque no pueden ir mejor. O simplemente no van como yo quiero que vayan.
Que le jodan. Te quiero.
(No se si eso es bueno, para ninguna)